A veces haces todo lo que te dicen.
Y no basta.

A veces intentas ser mejor, más fuerte, más listo, más feliz.
Y no basta.

A veces tienes todo lo que se supone que deberías querer.
Y aún así, algo dentro pesa.

No es que seas débil.
No es que estés roto.
No es que hayas fallado en algo que los demás sí han sabido hacer.

Es que crecer duele.
Es que vivir en un mundo donde todo parece medirse y exhibirse agota.
Es que no tener todas las respuestas no significa que estés perdido para siempre.

No tienes que ser perfecto para ser valioso.
No tienes que mostrar felicidad todo el tiempo para merecer respeto.

Sentir miedo, tristeza, rabia o vacío no te hace peor.
Te hace humano.

No tienes que demostrar nada ahora.
No tienes que demostrar nada nunca.

Aquí no hay un camino que seguir, ni una meta que alcanzar.
Solo hay un lugar donde, aunque todo esté ardiendo o parezca apagado, tú sigues respirando.

Y eso ya importa.
Aunque no lo veas todavía.
Aunque a veces cueste sostenerlo.

No estás solo.

No eres un error.

No necesitas entenderlo todo hoy.

Sólo necesitas, a veces, no soltarte.